miércoles, 3 de junio de 2009

LA OSCURA SOMBRA DE LA VIOLENCIA DE GENERO

Detrás de cada noticia que aparece en los medios de comunicación de un acto de violencia de género, se esconde un oscuro efecto, resultado de la ruptura del equilibrio emocional de la persona causante, existe un motivo, un porque, una razón, una causa y, en consecuencia un efecto, algo que nunca sale a la luz cuando se publica la noticia.
Esa oscura sombra que castiga nuestro pensamiento, que nos lleva a sacar conjeturas, inventar motivos y, sin quererlo terminar por justificar el delito.
Somos seres de efecto inmediato, no vemos que detrás de nosotros, existe una sombra que nos guía y dicta nuestra conducta, una sombra que se nutre de nuestro pasado, de los momentos negativos de nuestra vida y, nos acosa para conseguir que rompamos nuestro equilibrio emocional.
Una sombra en la que se ubican nuestras vivencias, nuestras más oscuras luchas y, que nos ofusca en estos momentos, en los que sin razón perdemos el juicio y nos volvemos seres irracionales, capaces de cualquier locura con desatino.
Somos violentos, creamos violencia y atacamos a los seres que más queremos, luego vuelve la luz a nuestra razón y nos arrepentimos de lo que hemos hecho, nuestra mente se llena de incógnitas, desasosiego, pero lo peor es no saber porque lo hemos hecho.
El efecto causa-razón no existe, tan solo que vivimos bajo la influencia de la violencia, esa evidencia que nace con nosotros que, aumenta conjuntamente con nuestro intelecto y, a la que los medios de comunicación ayudan a perpetuarse, ya que son el canal ideal de transmisión de la misma.
Bajo este espectro, debemos indagar el por que de cada caso, las causas, los motivos, la coincidencia de circunstancias que tienen como final la muerte de una persona, generalmente mujer.
Si llegamos a tener consciencia del punto en que se desequilibra nuestra mente, en el que el lado oscuro nos inunda, quizás podamos frenar la caída hacia la violencia.
La violencia, la reproducimos en casi todos los momentos de día, al levantarnos ya la ponemos a la espera del momento oportuno para ponerla en acción, hablamos de la violencia desde las múltiples facetas de su prisma, la verbal, la física, la psíquica, la de los sentidos.
Parece como si estuviéramos esperando el momento propicio para desencadenarla, ese momento mágico en que, de una forma espontánea atacamos al ser que tenemos enfrente. Razón aparente ninguna, tan solo que, la sombra nos hace creer que hemos sido ofendidos en nuestro ser.
Esa sombra maldita que nos amarga la vida y, que nos lleva al camino del continúo ataque a los demás y, que por desgracia, se ha convertido en algo tan normal como estar vivos.
El esfuerzo que debemos efectuar para hacer acallar a la violencia, es tal que, no es comprensible por la sociedad, llegando a considerar al no beligerante como una persona rara, diferente, carente de “algo”, no sociable, una persona contraria a costumbres, alguien al que no se puede tratar por igual, toda vez que no acepta las normas estándar vivencia.
La solución posiblemente, debería empezar por diseñar una sociedad anti-violencia, unos medios de comunicación informadores de la realidad de los acontecimientos, en todas sus facetas, dando tanta importancia a la no violencia como a la violencia, ser unos medios de educación social y, dentro de la familia y la enseñanza, educar en la no violencia, en el equilibrio mental que conllevan los actos pacíficos, en el logro de desposeernos de la oscura sombra de la violencia.

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